A primera vista, puede que pensemos que lo único importante es la
calidad del trabajo que realizamos o la inteligencia que exhibimos, pero
para bien o para mal, los descubrimientos realizados en el área de la
inteligencia social y emocional en las últimas décadas, nos dicen que
esto no es cierto. Hay mucho más en juego. Daniel Goleman , en su libro Inteligencia social
nos documenta varios casos de directivos con alto cociente intelectual,
pero que obtuvieron peores resultados que otras personas que
gestionaban mejor sus emociones y las de su equipo.
La cooperación y el trabajo en equipo es una de las competencias
clave de las organizaciones del siglo XXI. Las relaciones que mantenemos
con el resto de individuos que configuran nuestro entorno laboral son
fundamentales en la eficacia, satisfacción y éxito personales. Ser
capaces de desarrollar alianzas de calidad con otros miembros clave del
sistema, con quienes cooperar en el día a día, es uno de los factores de
éxito de cualquier persona integrante de un grupo.
De hecho, sabemos gracias a la investigación en antropología, que los
individuos que poseen más alianzas, son los que más probabilidades
tienen de ascender de estatus en la organización. Pero más interesante
resulta el dato que nos proporcionan algunos estudios de Frans de Waal
con chimpancés, donde queda probado que el número de alianzas se
relaciona de manera positiva con la salud y de manera negativa con el
estrés. Es por esto que, un buen consejo es el establecer lazos genuinos
en quienes apoyarte para desarrollar tu trabajo. Este debería ser un
objetivo de todo integrante de una organización, ya que el aislamiento
rara vez tiene como recompensa el éxito y el bienestar personal.
Como
conclusión, podemos extraer de todos estos conocimientos e investigaciones, que
las personas damos mas prioridad e importancia a las relaciones, que a otros
aspectos más técnicos relacionados de manera directa con la ejecución de la
tarea. El éxito en las organizaciones del siglo XXI, a diferencia de otras
épocas, no reside en las capacidades intelectuales o técnicas, sino en la
adecuada gestión de las relaciones que configuran nuestro entorno social y al
desarrollo de habilidades emocionales y sociales.
Fragmento tomado del articulo
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