Una noche un criado se dejo la puerta del establo abierta y el mejor caballo del hombre se escapó. Era una gran perdida para él, y todos los vecinos de la aldea vinieron a darle consuelo y lamentar su mala suerte. Pero el hombre no estaba afectado y les dijo: “buena suerte o mala suerte, ¿quién sabe?”.
Una semana más tarde el pura sangre volvió acompañado de una yegua y de otros caballos de mucho valor. Los vecinos fueron a visitar al viejo y le felicitaron por su buena suerte. De nuevo, el hombre no mostraba signos de una gran alegría, y repitió: “buena suerte o mala suerte, ¿quién sabe?”. Los vecinos se extrañaban de su comportamiento.
El hombre decidió aprovechar la llegada de los caballos salvajes y se dispuso a adiestrarlos con la ayuda de su hijo. Pero uno de los caballos era muy rebelde y al intentar domarle, su hijo cayó y se fracturó una pierna. Cuando vino el médico aseguró que siempre se quedaría cojo. Los vecinos otra vez se acercaron para darle consuelo al viejo, pero nuevamente repitió: “buena suerte o mala suerte, ¿quién sabe?”. Esta vez los vecinos ya le tomaron por loco.
Pasaron un par de años y estalló una guerra. Los soldados del rey vinieron al pueblo y obligaron a todos los hombres jóvenes válidos a enlistarse para ir a combatir un lejano y peligroso enemigo. El hijo del viejo se salvó por cojo, y los vecinos volvieron a sorprenderse de la suerte del viejo. Pero ya sabéis lo que dijo el hombre.
¿Por qué contar esta fábula?
Los emprendedores estamos siempre rodeados de noticias. Unas aparentemente buenas, otras aparentemente malas, pero no podemos quedarnos en la desesperación o la celebración de golpes de suerte. Porque una mala noticia puede ser la fuente de una gran oportunidad y una buena noticia puede esconder una amenaza tremenda.Tenemos que valorar los eventos por lo que son, no darles más valor porque les percibamos como buenos o malos. Sobre todo, ¿para qué nos vamos a lamentar por eventos que no podíamos controlar? Y de la misma forma, ¿por qué alegrarse por un acontecimiento que no hemos favorecido?
El viejo del cuento no hizo nada especial para que se perdiera el caballo, ni para que volviera, y por supuesto no buscó que se cayera su hijo. Menos aun podía influir sobre las posibilidades de una guerra en el reino. Todos esos eventos son externos a su decisión. Siempre existen oportunidades y amenazas. Lo importante para el emprendedor es saber aprovecharse de las primeras (adiestrar los caballos) y contrarrestar las segundas (llamar al médico para curar al hijo).
No os preocupéis ni os alegréis por aquello que no controláis. Vuestra meta como emprendedores es construir una estrategia de empresa, pensada racionalmente y adaptable a los cambios imprevistos que siempre suceden.
Tomado de : http://www.crearmiempresa.es
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